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Los sensores de los vehículos hacen que la conducción sea más sencilla, segura y confortable, y por ello son un elemento clave para alargar la vida útil del automóvil.
Existen diferentes sensores pero
se clasifican según diversos parámetros y todos cumplen una serie de
características básicas que los fabricantes tienen en cuenta.
Si hacemos una comparación con el cuerpo humano, los sensores del vehículo son como lo órganos sensoriales. La nariz o los ojos envían señales al cerebro para que pueda tomar decisiones y los sensores hacen igual: recopilan información y la envían a la unidad de control electrónico para que realice los ajustes oportunos o avise al conductor.
De esta forma, los sensores del vehículo vigilan constantemente distintos parámetros para mantenerlo todo bajo control. Podemos encontrar sensores en la mayoría de los componentes principales de un vehículo, desde el motor hasta los paragolpes.
Su principal finalidad es hacer más sencilla, cómoda y segura la conducción. Se calcula que aproximadamente un 30% del valor material de un vehículo corresponde a la electrónica. Los sensores del vehículo cumplen múltiples funciones, desde prevenir averías y accidentes hasta ayudarnos a estacionar el vehículo sin percances.
Los sensores del vehículo emplean una información como los grados de temperatura o el número de las revoluciones del motor, filtran esta información y la convierten en datos que se envían a la unidad de control electrónico, de forma que esta pueda comprenderla.
En resumen, los sensores del vehículo son transmisores que informan a la unidad de control del buen funcionamiento de los distintos componentes del coche. Gracias a ello, son capaces de optimizar las tareas relacionadas con el consumo de combustible, las emisiones de gases, la eficiencia del motor y la propia seguridad o comodidad de los pasajeros, entre otras.
En un vehículo podemos encontrar tres tipos de sensores: mecánicos, eléctricos y electrónicos. Cada uno de ellos tiene una forma de recopilar y transmitir la información que recibe, pero todos ellos cumplen con una serie de características básicas.
Entre los muchos factores que los fabricantes de componentes tienen en cuenta a la hora de desarrollar los sensores del vehículo para una determinada tarea o control destacan especialmente:
Existen cada vez más tipos de sensores en los vehículos. Todos ellos tienen una razón de ser y, por lo general, más de una utilidad diferente. Podemos clasificarlos principalmente en dos categorías, por su función y por la señal de salida emitida:
Tipos de sensores por su función
Encontramos tres tipos de sensores en los vehículos:
Sensores para funciones de mando y regulación, que son capaces de recopilar y transmitir una información que se traduce en una acción a través de los actuadores. Por ejemplo, los sensores de lluvia y luces, los sensores RPM, o el sensor de ABS, que gracias al control que ejerce sobre la frenada evita que las ruedas se bloqueen y mantiene la dirección.
Sensores de seguridad. Todos aquellos enfocados a la seguridad del vehículo. Podemos encontrar sensores de alarma antirrobo, sensores de potencia, sensores LiDAR, sensores de aparcamiento, sensores del sistema de alerta de cambio de carril, etc.
Sensores para la vigilancia del estado del vehículo: son todos aquellos sensores que se aseguran del correcto funcionamiento del automóvil y, en caso contrario, nos avisan. Por ejemplo, los sensores que miden la emisión de gases o la presión de los neumáticos.
Tipos de sensores por su señal de salida
Dependiendo de la forma en la que los sensores del vehículo transmiten la información, podemos encontrar la siguiente clasificación:
Señal analógica: es la señal generada por algún tipo de fenómeno electromagnético. Por ejemplo, la del caudalímetro, la presión del turbo o la temperatura del motor.
Señal digital: es aquella cuyos signos representan ciertos valores discretos que contienen información codificada. Por ejemplo, la que indica la conexión o desconexión de determinados elementos.
Señal pulsatoria: aquella que sufre cambios regulares de magnitud a partir de un valor constante. Por ejemplo, los sensores RPM o los de temperatura.