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Los fabricantes de automóviles han sido capaces de diseñar elementos que nos facilitan la vida. Uno de ellos es el motor de arranque que consigue que el propulsor de nuestro coche sea capaz de arrancar, transformando la energía eléctrica en mecánica y, por ende, en movimiento.
El motor de arranque está formado por siete piezas
principales que permiten transformar la energía eléctrica de la batería en
cinética, es decir, en movimiento. El principio bajo el que se rige este motoreléctrico es el de inducción: la corriente eléctrica necesaria para producir
torsión es inducida por inducción electromagnética del campo magnético. Por lo
tanto un motor de inducción no requiere una conmutación mecánica aparte de su
misma excitación. Te explicamos cuáles son esas 7 piezas:
Al girar la llave de contacto del vehículo, la corriente de la batería pasa al solenoide, lo que propicia un efecto de palanca sobre el piñón de arrastre del motor de arranque que permite su acoplamiento al engranaje de la corona del volante motor para iniciar el movimiento. Cuando la llave de contacto vuelve a su posición de reposo en el bombín, el contactor lo imita y el circuito vuelve a permanecer abierto.
Generalmente, los motores de arranque actuales son motorreductores. Son más pequeños y ligeros y hacen posible un mejor arranque en frío, además de consumir menos energía. El inconveniente son más complejos que los tradicionales y cuentan con imanes que acaban deteriorándose u oxidándose.
Cuando nuestro vehículo no arranca, puede deberse principalmente a dos factores: la batería o el motor de arranque.
Si al conectar las luces observamos que la intensidad de las mismas es baja, encender el motor con unas pinzas solucionará nuestro problema y dejará claro que la batería se ha descargado o está en mal estado.
Si no es así, entonces es momento de dirigir nuestros esfuerzos hacia el motor de arranque, buscando señales que nos ayuden a determinar la causa del problema. Si cuando cuando intentamos arrancar escuchamos traqueteos o chasquidos, generalmente es a consecuencia de un desgaste elevado del motor de arranque. Si notamos olor a quemado o humo proveniente del mismo, probablemente haya algún tipo de fallo eléctrico en los cables o conexiones.
También debemos tener en cuenta que las escobillas son los elementos de mayor desgaste, por lo que suele ser necesario sustituirlas a partir de los 150.000 km aproximadamente. Otra opción es la acumulación de suciedad en el rotor, impidiendo que este gire a un mínimo de 400 rpm. Finalmente, si la corona se ha desgastado, no podrá engranarse con el volante motor y el giro del cigüeñal no se producirá.
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